
Psicología y coronavirus: Los sanitarios no son héroes
junio 17, 2020
La respuesta sexual: Disfunciones sexuales femeninas y masculinas
julio 16, 2020A
un sin conocer sus beneficios, la primera vez que tuve que visitar a un sexólogo, tenía alrededor de 26 años, lo hice sola, con cierta vergüenza y autoestigmatizada por, supuestamente, tener un problema, y por qué no decirlo, señalada por la pareja sexual que tenía en ese momento.
Recuerdo todavía la sensación de alegría al terminar esta primera y única visita, pensé “¡¡por qué no habré venido antes!!”, tan solo necesitaba algo tan sencillo como la información adecuada para seguir disfrutando de mi sexualidad, tal y como ya lo hacía, y sobre todo para darme cuenta de que no tenía ningún problema.
La mera falta de información o las creencias erróneas que mantenemos acerca de la sexualidad, pueden provocar problemas para disfrutar del sexo como deseamos.
Actualmente no sé qué cuesta más, si el hecho de ir a un Psicólogo o a un Sexólogo, por eso me gustaría naturalizar y acercar esta figura a la vida de las personas, igual que consultamos con los que saben cuando tenemos un problema de estómago, una avería en el coche o no somos capaces de mantener una planta viva.
Siempre he dicho que pedir ayuda o buscar soluciones es una conducta inteligente, ni que decir de emplearnos en crecer en las distintas áreas de nuestra vida. Más allá de tener problemas sexuales o no, INVERTIR EN SALUD SEXUAL ES INVERTIR EN SALUD.
Quiero dejar claro que cuando hablo de invertir en Salud Sexual, no hablo solo de los beneficios de visitar a un Sexólogo, hablo de normalizar, de desprenderse de prejuicios, de naturalizar, de romper tabúes, de compartir información, de abrirse a la experiencia, de revisar creencias y sobre todo de tomar conciencia de los condicionamientos que la educación recibida nos dejó a la hora de experimentar el sexo y la sexualidad en general.
A
un así, hoy quiero hablarte de 5 posibles beneficios de ir a un Sexólogo formado en Psicología Clínica.

Beneficios de visitar a un Psicólogo Sexólogo
1. Tener información valiosa y veraz: la educación sexual que hemos recibido ha sido insuficiente y condicionada por una cultura imbuida de una religión culpógena, que ha connotado lo sexual con un tinte lascivo, de vergüenza, suciedad, prohibición y sujeto a la intimidad, tanto que incluso los abusos sexuales también se han quedado para la intimidad de muchas personas. Por este motivo, con bastante frecuencia en las familias no se ha hablado de ello, silencio que por sí mismo habla del carácter” impropio” de la sexualidad, de lo que hablo en detalle en mi artículo “Sexualidad: con pelos en la lengua”. Desde los colegios, ha sido tratado únicamente desde el aspecto reproductivo y por supuesto desde el miedo, haciendo hincapié en que no quedáramos embarazadas por ser unas” cabezas locas”. Sin ir más lejos, mis amigas y yo todavía recordamos ese momento en B.U.P. en el que las monjas de nuestro colegio trajeron a un Psicoanalista para hablar de sexualidad, nos habló de “el ego”, “el yo” y “el superyó” para explicarnos que no debíamos guiarnos por las pulsiones y deseos del ego, y sí por la instancia moral y normativa que es el superyó, todo esto para hacernos entender que lo suyo era llegar vírgenes al matrimonio. Menos mal que éramos un poquito rebeldes.
La información adecuada puede prevenir, resolver e incluso evitar que una dificultad sexual se termine haciendo bola, por ello es mi intención democratizar este tipo de conocimiento, porque la información nos hace libres.
2. Descubrir que no tienes un problema: al hilo del punto anterior, vamos generando una serie de creencias, muchas veces erróneas, acerca de cómo tienen que ser las cosas en el sexo, lo que está bien y lo que está mal, lo adecuado, lo esperable en una mujer y en un hombre. Impregnados de tópicos sexuales, nos hemos llegado a creer muchos de ellos, por eso cuando nuestra forma de sentir y de expresarnos en el sexo no coincide, podemos llegar a pensar que tenemos un problema. En este sentido, siempre digo que el cine porno tradicional ha hecho mucho daño. Éste no deja de ser la expresión de un tipo de fantasías centrada en lo genital, en el orgasmo y en roles de género rígidos que no recogen la diversidad de la realidad. Para muchos ésta ha sido la única fuente de educación sexual, por lo que es frecuente en consulta tener que desmontar ciertas ideas o estereotipos que generan malestar a la persona. Hombres que se esfuerzan por mantener el estatus de macho alfa responsable de dar placer a una mujer, y mujeres que esperarían algo más de sus encuentros sexuales.

3. Entender que no hay un problema físico/orgánico: teniendo en cuenta que la publicidad que más suena sobre el tratamiento de disfunciones sexuales proviene de grandes clínicas médicas y que los tratamientos que ofrecen son de corte biológico/médico, es decir, fármacos, terapia de ondas de choque, técnicas invasivas, etc…gran parte de la población cree que cuando hay un problema sexual hay un problema orgánico. Error.
Detrás de un altísimo porcentaje de problemas sexuales existen factores psicológicos, emocionales y relativos a la relación de pareja, que explican la disfunción.
Según escribo esto me siento impaciente por las muchas cosas que quiero contarte al respecto…pero me guardo para un próximo artículo, tan solo te adelanto que, una vez se descarta patología orgánica, la terapia psicológica y la terapia sexual son los tratamientos de elección según la comunidad científica, y por cierto con muy buenos resultados.
4. Descubrir que hay soluciones: en la medida en que hacemos una buena evaluación de la situación problema, no abordamos únicamente los síntomas sexuales, sino que trabajamos también las causas. Te pongo un ejemplo, hombre con disfunción eréctil, en el que el síntoma por el que consulta es la dificultad para tener o mantener erecciones, además con la evaluación clarificamos que fruto de una mala experiencia ha desarrollado una ansiedad que le hace anticipar un fracaso en sus relaciones sexuales, lo cual mantiene la dificultad. Sin duda, este hombre puede pasarse toda la vida tomando Viagra cada vez que tiene un encuentro sexual, sin embargo, estaremos tapando el síntoma pero no estaremos resolviendo el problema. Con la terapia psicológica y sexual, lejos de poner una tirita sin más, abordamos tanto esa ansiedad de desempeño como la dificultad para la erección, sin necesidad de depender de un fármaco. ¿No te parece que tiene más sentido?
5. Ampliar la forma de vivir el sexo y la sexualidad: normalmente empiezo mis talleres grupales sobre sexualidad pidiendo una definición de qué entiende cada uno de los asistentes por Sexualidad. Sin excepción me encuentro con una reducción de la misma al sexo, es decir a las relaciones físicas, al coito, al deseo, al orgasmo, etc…No es de extrañar teniendo en cuenta todo lo comentado a lo largo de este artículo. En este momento me viene a la cabeza aquella publicidad de caldo concentrado Avecrem que decía “¿cueces o enriqueces?”, justo eso es lo que la terapia sexual puede hacer, aderezar la parte física con la erótica, las fantasías sexuales, la sensorialidad y el juego. Algún día os hablaré de la importancia de las fantasías sexuales, ese ingrediente a veces tan denostado.
Cansada de ver personas y parejas que tardan incluso años en consultar, cronificando y derivando en problemas de autoestima, inseguridad y de pareja, espero haber contribuido con este artículo a mostrar los beneficios de visitar a un sexólogo y por supuesto a dar un empujón de aliento a aquel que lo estuviese necesitando.
Un pequeño paso puede ser el principio de un gran cambio.
¡¡Hasta pronto!!
4 Comments
He leido este artículo con ganas y alegría por lo que leía, hubiera seguido hasta que se acabara……. no se cuando…….
Debemos agradecer la posibilidad de ser ayudados en algo tan importante y vital para alcanzar felicidad.
Gracias Nerea, a tí , a tus conocimientos y a tu manera e intención de querer hacer bien a los demás……
Gracias a ti papá, por haberme enseñado desde pequeña a hablar de sexualidad con naturalidad y sin tapujos.
Teniendo en cuenta que somos seres sexuados y sexuales, es decir es innato, habría que hacer más incapié para fomentar una buena educación sexual en los colegios, dado que es un ámbito más fácil de controlar que el de las familias. Una buena educación sexual implica educar en asertividad y empatía, conocer y querer nuestro cuerpo, y trabajar creencias irracionales que puedan surgir, si trabajamos con adolescentes. Esto se podría hacer en talleres, en horas lectivas. En el caso de adultos sería igual, informacion y entrenamiento en cambiar posibles ideas irracionales, todo esto sin entrar en trastornos. Si hubiera una dificultad mayor, tenemos que utilizar a los profesionales que están ahí para mostrarnos herramientas que desconocemos y que nos pueden abrir puertas muy interesantes para disfrutarnos y disfrutar de los demás.
Muy de acuerdo contigo Isabel, trabajar en la educación sexual desde niños es trabajar en la prevención y promoción de la salud, lo cual nos evitaría muchos problemas. Gracias!!!